sábado, 18 de febrero de 2012

UN TRABAJO MAL HECHO


Noche aciaga. Los esqueletos se arrastran bajo la pálida luna, desnudos y harapientos. Cubiertos por la niebla del páramo. El enterrador los ve llegar. Los muertos se esconden con terror entre el polvo y la niebla. Sentado sobre una tumba y recostado sobre la lápida, el enterrador los observa con indiferencia mientras una colilla se consume entre sus labios secos. Es un hombre muy viejo, pero el pellejo de piel aún le cubre el cuerpo y un corazón resuena bajo su pecho.

La tumba bajo el sauce, cubierta ahora de hojas marchitas, tiene un visitante. Se yergue como un falo sobre la hojarasca. Bajo la luz de la luna no se distingue bien y el viejo enterrador no tiene una buena vista. Paso a paso, se acerca al lugar, con el suelo crujiendo bajo sus pies. Un pequeño golpe de pala sobre el objeto basta para que caigan al suelo las hojas que lo cubren. Es una mano.

Ha comenzado a llover. Pero eso no altera al viejo enterrador quien, con un ritmo constante de lentas paladas, extrae la tierra de la tumba. Poco a poco, el cuerpo se hace visible. Una mujer. La lluvia limpia el barro de su rostro, sometido a violentas convulsiones. Un temblor epiléptico recorre todo su cuerpo. La mujer intenta hablar, pero tiene la boca llena de tierra y solo emite balbuceos.

El enterrador levanta la pala y golpea a la mujer en la cabeza. Una y otra vez, con ritmo lento y cadencioso, hasta que el cuerpo desenterrado deja de agitarse. Los esqueletos del páramo observan escondidos la escena. Le temen. Es su amo. Su depredador. Su dios.

La mujer ha dejado de moverse. El enterrador, de un puntapié, gira el cuerpo inmóvil y lo arroja nuevamente a la fosa. La tierra arrojada por la pala cubre capa a capa el cuerpo. Después, hay que compactar. Cuando termina, ha dejado de llover. El hombre se seca el sudor de la frente con la manga de la camisa, se enciende con el chisquero una colilla y se aleja del lugar mientras murmura para sus adentros: “Mira que le tengo dicho al niño que los entierre boca abajo”.

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