El diablo baila a la luz de la luna
con capitanes y reyes
con verdugos y jueces
como una llama azul que el viento mece
sobre la insoportable sombra de la duda.
De los giros de su danza
de sus manos y semblanza
mana el oro,
esparcido por el viento
hacia el séquito siniestro
que lo aguarda
y a sus pies se arrastran
criaturas del averno
que treparon del infierno
despertados por los pasos de la marcha.
Viniste a decirme que el mundo ardía.
No quise escucharte
Solo pretendías que dejara mi casa por miedo a quemarme
y robarme de noche lo que no di de día
Por eso, quemaste las ciudades
quemaste los países
quemaste el mundo entero
pero ahora los fantasmas te persiguen
y tú tiemblas
Tiemblas.
Tiemblas
porque la locura es ahora tu dueño.
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