sábado, 17 de marzo de 2012

EL ARBOL DE LA VIDA



Podrás pensar
que frágil soy como el cristal
pues cuando me miras me quiebro.

Podrás creer
cuando golpeas mi ser
que romperás mi silencio
en laberintos de espejos
en lluvia de lágrimas
en los lamentos del viento

Mas no es a mí quien golpeas
con tu cínica mano de piedra
con tu hacha de odio afilado por el tiempo.

No es en mí debilidad
que a tus desprecios responda con bondad
y  la amenaza  repruebe con silencio.
Pues ayer, bajo el sol del mediodía,  yo te di
el mango del hacha que  hoy blandes contra mí.

Tampoco indiferencia
pues cuando mi corazón sangra, no puedes ver la herida
ni la mirada nublada, ni la paciencia perdida
salvo en mis ojos de hoja  por el otoño vencida.

Quisiste quemar mi alma
porque tu sueño de amor se perdió bajo mi sombra
pero el silencio de la noche acudió a detenerte
Pues, con solo desearlo, por defenderme, traje tu muerte.
Por eso te colgaste entre mis ramas.,
para descubrir, con tu cuello roto y tu cuerpo sin vida
que  las estrellas cantan bajo mi mano dormida.

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